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Entrevista
ENTREVISTA A MICHAEL KIMMEL
Profesor en la Universidad de Stony Brook (Nueva York).
Director ejecutivo del Centro de Estudios de los Hombres y las Masculinidades (Center of Study of Men and Masculinities).
“Michael Kimmel a través de su último libro, sus proyectos y una entrevista”
Michael Kimmel es uno de los nombres de referencia para los estudios que tratan acerca de la reflexión sobre la evolución de la masculinidad y el concepto de hombre, desde cualquier enfoque metodológico, perspectiva de trabajo o marco cronológico. Por este motivo, tras escucharle personalmente en una conferencia, supe que Kimmel tenía una personalidad propia que va más allá de haberle visto en persona o tener una imagen precisa de quién es él.
Durante la Conferencia anual “American Masculinities” de la Asociación American de Nueva York, celebrada en esta ciudad el 2 de noviembre de 2013, tuve la oportunidad de escuchar a Kimmel en la ponencia que ofreció. Casi al principio, brindó al público asistente una descripción de quién era él, motivada por cómo se presentaba ante los potenciales entrevistados de su libro, Angry White Men (New York: Nation Books, 2013), a saber: judío, profesor de Sociología, de talante liberal y de Brooklyn, Nueva York. El motivo de describirse así era para que quien pudiera llegar a ser un potencial entrevistado comprendiera que no tenían nada en común y que él, Michael Kimmel, tan solo quería escucharle. En cualquier caso, esta descripción es la que mejor se ajusta al perfil de este profesor de Sociología, que actualmente ejerce en la Universidad de Stony Brook (NY), y a la cual se puede añadir la de ser un excelente orador, trabajador infatigable y profesor devoto de la enseñanza de calidad. No es solamente una descripción de quién es él sino que también explica por qué los trabajos de Kimmel, sus conferencias y los proyectos que pone en marcha, como el Centro de Estudios de los Hombres y las Masculinidades (Center of Study of Men and Masculinities), ubicado en la Universidad de Stony Brook, son tan auténticos y llaman la atención de la comunidad investigadora interesada en estos temas.

Centro de Estudios de los Hombres y las Masculinidades
Este lugar, aunque pionero en la contemporaneidad del siglo XXI, está ligado a otros intentos anteriores por visibilizar una voz masculina fuera de una pujanza patriarcal machista, como el propio Kimmel insiste al referirse al escritor neoyorquino Floyd Dell, que al presenciar en 1916 una demostración pública de mujeres reclamando el sufragio universal paritario creó una liga de hombres para apoyar esa iniciativa y conseguir ayudar a alcanzar dicha meta (2013: XIV-XV).
Desde el feminismo, una descripción personal así y una recurrencia al pasado para buscar referentes significa partir de sí mismo (Milagros Rivera, La diferencia sexual en la historia. Valencia: Universidad de Valencia, 2005). Michael Kimmel se presenta como un hombre que es consciente de que sus diferencias: ser judío y estar dentro de unas ideas tolerantes y abiertas le va a acercar a otros y otras cómo él, pero al mismo tiempo le van a alejar de quienes se pueden oponer a este tipo de aperturas. Esta reflexión, de quien está en otro lugar, es lo que hace de Kimmel, tanto como ser humano como investigador, un hombre que ha reflexionado sobre el patriarcado de una manera activa y personal. Así, al hacerlo, ha orientado su vida profesional hacia el camino de la reflexión, el estudio y la enseñanza acerca de qué ocurre con los hombres, los estereotipos de masculinidad y sus nuevas posibilidades en la actualidad. La vitalidad de su personalidad queda completamente traslada a sus trabajos, ya que están inspirados en ese partir de sí mismo, que actúa como un puente entre quién es él, sus conocimientos y el público que lee sus investigaciones.
El vínculo de Michael Kimmel con el feminismo o los movimientos de las mujeres es algo en lo que el propio autor insiste como un elemento que facilitó el inicio de sus trabajos. Pero además de ser un punto de arranque teórico, le sirve a él, y a cualquier otro que también lo acepte, como un generador de libertad y para, al mismo tiempo, ser libre: “Feminism will, for the first time, allow men to be free, happier, healthier, less angry” (2013: XV).
Es necesario volver a insistir que este sociólogo tiene muy en cuenta que su trayectoria está muy ligada a los precedentes anteriores en el tiempo y que el hecho de conocerlos le ha inspirado en su camino profesional para reflexionar sobre el patriarcado y la masculinidad monolítica y estereotipada. Así lo expuso en el trabajo que editó junto a Thomas E. Mosmiller, Against The Tide. Pro-Feminist Men in The United Sates. 1776-1990 (Boston: Beacon Press, 1992) donde se aprecia la importancia de buscar y tener en cuenta ese origen, o en el inicio de Manhood in America (New York, Free Press, 1996: 13-80). Este ejercicio de mirar al pasado, así como de reconocer la influencia que el feminismo ha tenido en él mismo, no se queda tan solo en el papel, pues en el trascurro de esta entrevista Kimmel insistió en la importancia de mirar hacia atrás y de expresar su gratitud a la evolución en plural del feminismo. Gracias a debates y estudios en esta línea, le ha sido posible reflexionar acerca de la posición que los hombres ocupan en el patriarcado, cómo les afecta el estereotipo de la masculinidad y cómo pueden vivir una masculinidad propia y que no requiriera menospreciar ni a las mujeres ni a otros hombres.
A partir de los trabajos de la Librería de las Mujeres de Milán y las pensadoras del entorno del Centro Duoda (Barcelona) se ha empezado a tener en cuenta, dentro de los debates del feminismo, la idea del final del patriarcado. Este concepto sigue latente a día de hoy, sacudiendo al mundo con situaciones tan violentas como la masacre de estudiantes ocurrida en diciembre de 2014 en Pakistán. Kimmel coincide con esta afirmación describiéndolo como “the end of an era”, pero matizando que ha sido un final acabado y que ha conllevado un cambio: “The era of unquestioned and unchallenged male entitlement is over” (Angry White Men, 2013: X-XI).
Kimmel presenta este final como el último momento en el que los hombres se han beneficiado de la falta de equidad en la sociedad, por lo menos aplicable a la de los Estados Unidos, pero válido para Europa.
Michael Kimmel a través de sus trabajos ejerce un activismo en pro de la reflexión de la masculinidad, un tema que parece nuevo, pero que lleva tiempo fraguándose. De esta manera, Kimmel no deja indiferente a quien le lee, a quien le escucha o incluso a quien le entrevista, porque mira de frente a lo que en su sociedad ocurre y reflexiona cómo los hombres se enfrentan a esos cambios y desafíos, aunque a veces no sea de la forma más tolerante y menos violenta. Retomando la referencia con la que se abre este trabajo, fue muy interesante lo que, según Michael Kimmel, animaba a esos hombres blancos y enfadados a participar en las entrevistas, y era el hecho de insistirles que él (el propio Kimmel) era de los pocos que se acercaba a este grupo para escucharlos, simple y llanamente. La escucha es una parte fundamental de un trabajo de Sociología que esté basado en entrevistas directas, pero también es fundamental en otros terrenos de la investigación y de la sociedad actual. Es interesante el hecho de que los hombres blancos, cuando cometen una masacre o matan a sus parejas y a su descendencia, terminan suicidándose, y terminan con su propia voz, que al fin y al cabo es la única que puede responder a todos los porqués de sus actuaciones.
Entre los proyectos más sobresalientes que ahora mismo está desarrollando Michel Kimmel, y ligado a esa escucha de hombres blancos llenos de cólera, está, hasta la fecha, su último trabajo de investigación, Angry White Men. American Masculinity At The End of An Era (2013). Justamente, la publicación de este libro en los Estados Unidos coincidió con el documental que Joan Sistiaga (La América del odio) realizó para la televisión española sobre los hombres estadounidenses de extrema derecha. Esta fue una casualidad más que interesante, primero porque Kimmel no conocía este documental y porque el autor del mismo no planteó su investigación desde una reflexión sobre los estereotipos de masculinidad, pero los dos coincidían en señalar a un grupo muy determinado de hombres de este país, cargados de ira y armas. Ambos, documental y libro, tratan de casi los mismos grupos, aunque el documental va más a las caras conocidas y públicas y el libro retrata más la militancia privada, anónima, de aquel que podría ser tu vecino, sin tú saberlo. También los dos dan voz a un grupo de hombres que en los Estados Unidos utiliza armas y maneja parte de la opinión pública, a través de emisoras privadas de radio, pero el documental se queda en mostrar al estadounidense loco por determinados ideales totalitarios y el libro de Kimmel intenta dar un sentido a esa locura, a esa acritud, y este es el gran logro de su último libro.
Michael Kimmel es profesor en un campus que está en el interior de Long Island, lo suficientemente cerca de la gran megalópolis que es Nueva York, aproximadamente a unas dos horas, y lo suficientemente lejos para poder experimentar la vida estadounidense de la clásica clase media americana. Esta posición privilegiada de este campus, al menos en dos de los mundos que forman parte de la ciudad de Nueva York y sus alrededores, puede estar en el inicio del trabajo de Kimmel, curiosamente quienes toman los trenes muy temprano desde Stony Brook hasta cualquier otro punto del estado de Nueva York son hombres, en su casi entera mayoría blancos que o bien se dedican al sector de la construcción, o a otras actividades dentro del sector servicios. Un grupo, aunque no señale precisamente al de Long Island, que según Kimmel tiene muchos miembros de esos “Angry White Men”, una población que contrasta con la comunidad de estudiantes que puebla la universidad y el talante liberal de sus claustros, que justamente hacen el viaje opuesto, muy temprano desde la ciudad hasta este pequeño pueblo. No es difícil trazar una línea de inspiración entre esta tipología de viajes y pasajeros y el libro de Kimmel, Angry White Men.
Si hay que elegir entre uno de los temas de este libro, el que sobresale a día de hoy (justamente en el segundo aniversario del tiroteo en Sandy Hook Elementary School, en Newton, Connecticut) es que los hombres blancos en los Estados Unidos cometen masacres. Son, o eran, en el caso de que se terminasen suicidando o acabasen muertos por disparos, hombres que no se han involucrado en los grandes cambios de la sociedad actual. Estos hombres blancos, muy enfadados, además de no estar adaptados a lo que se podría denominar cómo “los nuevos tiempos”, lleguen a masacrar o no, comparten una referencia vital importante que les une más allá de la clase social, la ascendencia étnica o la conciencia política, y es el hecho de estar frustrados: “Radical and gender entitlement knows no class system” (Kimmel, 2013: XII). Esta categoría unida a la de la ira y el odio perfila la violencia de corte masculino patriarcal de una sociedad actual como la de los Estados Unidos.
El otro proyecto en el que Michael Kimmel está involucrado es el Centro de Estudios de los Hombres y las Masculinidades, el cual a través del propio Kimmel vamos a conocer mejor. El pasado 9 de diciembre del año 2013, a las 9 de la mañana, tuvo lugar esta entrevista en su despacho en la Facultad de Sociología de Stony Brook. La entrevista se realizó en inglés, duró una hora y media y la realizaron Adrián Pérez Melgosa y Ana I. Simón Alegre. A continuación se incluye su traducción al idioma español.

Imagen realizada por Ana I. Simón Alegre. Michael Kimmel
en su oficina de Stony Brook (diciembre de 2013).
Adrián Pérez Melgosa (APM): ¿Cuál es la historia y la trayectoria del Centro de Estudios de los Hombres y las Masculinidades en Stony Brook? ¿Cómo pensó que iban a evolucionar los estudios sobre la masculinidad? ¿Qué espera de cara al futuro?
Respuesta: Lo que planeo, lo que espero y lo que quiero para el Centro para mí son lo mismo. El Centro representa la combinación de mis esfuerzos, que por supuesto no se han desarrollado en solitario, para solidificar este campo de estudio e investigación en el terreno de las masculinidades, complementar mis clases, continuar con mis investigaciones y ser un buen ciudadano. Este Centro es parte de los “Gender Studies”, no es que queramos hacer un campo de estudio opuesto al de los “Women Studies”, sino que dentro del conjunto usamos unas herramientas de trabajo similares, como por ejemplo el concepto de “la vida de los hombres” y utilizamos aproximaciones críticas comunes como “Queer Theory”, “Feminsh Theory”, “Multicultural Theory” o la “Crítica contra el racismo”.
Hace veinte años, al reflexionar sobre las publicaciones y revistas que se editaban pensé que tenía que existir una específica sobre el estudio de los hombres y las masculinidades. La respuesta del mercado editorial fue que todavía no era el momento, pero que lo que debería hacer era comenzar una colección de libros, en la que yo fuera el editor e invitara por cada volumen a alguien especialista en un tema conectado con la idea de masculinidad. Esto lo puse en marcha y sacamos 15 volúmenes. Salió bien, pero durante el volumen 12 pensamos que ya era el momento de sacar la revista, la respuesta nuevamente fue no, pero propusieron que sacáramos un nuevo volumen condensando lo que habíamos publicado en un Handbook e invité a R.W Connel y Jeff Hearn a que coeditaran este trabajo conmigo (Handbook of Studies on Men and Masculinities, 2004). Mientras estábamos con este proyecto coedité una Enciclopedia sobre Men and Masculinities que también ha tenido mucho éxito. Después de que saliera el Handbook, ya fue el momento de que se pusiera en marcha el proyecto de la revista, Men and Masculinities, y ya hemos llegado a más de treinta números. Imaginemos que estamos jugando al Monopoly y ya hemos comprado las diferentes calles de un barrio, tenemos casas y es el momento de edificar los hoteles, así pasó con la trayectoria de las publicaciones que precedieron a la revista; la revista en sí y la última parte el Centro son esos hoteles. Hasta aquí he estado explicado lo que hemos construido, pero todavía no les he contado el porqué de sacar adelante este Centro.
Ahora tengo que hablar un poco más de mi trayectoria, tengo un pie en la investigación, otro en el mundo académico y otro como activista. He sido fundador de varias organizaciones. Soy un activista desde hace mucho tiempo y nunca he querido sacrificar serlo aunque tuviera mucho trabajo y tampoco he querido que ocurriera a la inversa, sacrificar la investigación o la enseñanza. Gracias a tener un pie en cada campo he aprendido que a lo largo del mundo existen estupendas campañas e iniciativas para que los hombres se enganchen a las campañas por la prevención de la violencia, los derechos reproductivos o el acceso equitativo a la salud. Lo que yo he aprendido es que estos programas no tenían conexión unos con otros y lo más importante, cómo investigador, que no tenían en cuenta que existía todo un campo teórico y empírico que podía sostener sus iniciativas o alternativas para conectarlas con la política. Además existe un nuevo “ejército” de personas escritoras, investigadoras, doctorandas que están desesperadas intentando que sus trabajos signifiquen algo más, que vayan o trasciendan en diferentes puntos, por conectar con el mundo real. Lo que quieren es que sus tesis estén en algún lugar más que quedarse en una estantería, quieren que sus trabajos se enganchen con el mundo, pero desconocen muchos de los proyectos que se estaban llevando en el terreno del activismo. El objetivo del Centro es poner juntos a la comunidad académica con todo el mundo del activismo. Esta combinación podía parecer extremadamente rara porque cada grupo vive en lugares separados y en ocasiones somos dentro del propio mundo académico quienes decimos al otro grupo cómo deben actuar y, desde mi punto de vista, creo que no es el camino de empezar esos contactos. Nuestro mundo académico, aquí en Stony Brook como en cualquier otro lugar, es un mundo privilegiado. El Estado de Nueva York nos paga por los trabajos que ponemos en marcha, con un sueldo bueno. Esto nos pone en una situación muy privilegiada, porque en el mundo del activismo para involucrar a los hombres en iniciativas de prevención de la violencia machista apenas hay recursos. Lo que se va a conseguir a través del contacto entre estos dos mundos es que la academia ayude a estos programas a que sean más conocidos y puedan conseguir las herramientas teóricas que les pueden ayudar a alcanzar más recursos económicos y llamar la atención de la comunidad política. Esa idea de que esos dos mundos comenzaran a hablar fue la que la Fundación MacArthur apoyó y, tras presentar la propuesta, conseguimos financiación, y así comenzó el Centro. Esa es la historia.
APM: ¿Cómo es la relación y el diálogo entre el mundo del activismo y el de la investigación?
Respuesta: El mundo del activismo en cuestiones de hombres y masculinidades no siempre nos dice nos dice qué necesidades tiene, pero lo que sí insiste es cómo las ideas desarrolladas en las investigaciones son reales o no y si se pueden llevar a cabo. Nosotros, el mundo académico, necesitamos este contacto. Y también nos gustaría pensar que nos necesitan.
Ana Isabel Simón Alegre (AISA): ¿Quiénes forman parte de este Centro? ¿Cómo funciona?
Respuesta: No tenemos una cuota de membresía específica. En lo que sí hemos querido ser muy cuidadosos es en especificar quién formaba parte del Centro. Cuando una organización o proyecto de estudio de las mujeres sale adelante puede ser más evidente quien forma parte de ella, pero en el caso de un organismo de hombres quién sabe quién puede estar incluido o incluso qué tipo de línea política sigue. Podría ser un centro antifeminisma, uno de reflexión mitopoética que insiste sobre ideas de masculinidad. La necesidad de ser claros y que en todo momento la política de este Centro sea trasparente es una pieza importante de su funcionamiento. El Centro está asesorado por doce personas, seis mujeres y seis hombres, que están conectadas con el desarrollo de los movimientos de mujeres y los estudios de las mujeres como Carol Gilligan, Catharine Stimpson (fundadora de la revista Science) y probablemente la madre de los estudios de las mujeres en la universidad, Madeline Kunin, Jane Fonda, Gloria Steinem, y en el terreno de los hombres, en su mayoría proceden del mundo académico, pero son activos en el mundo de la política: Donald McPherson, que es un educador para la educación no violenta; Martin Duberman que es catedrático de CUNY, y uno de los fundadores de los estudios gays en América; James Gilligan, jefe del departamento del Departamento de Psiquiatría de la Prisión de Massachusetts; otro psiquiatra llamado Frank Ochberg, que trabaja sobre el trauma y acuñó el término PTSD, y que trabaja con periodistas que han trabajado en las zonas de más violencia de África y cuyas situaciones extremas les hacían enloquecer; Gary Barker, que comenzó con la organización en Río “ProMundo”, y el cual trabaja con chicos jóvenes que están en las favelas y han protagonizado casos de violencia contra las mujeres, y además es parte del grupo “Men Engage”, que sirve de paraguas para otros grupos y colectivos alrededor del mundo; Cris Howard, el presidente de la Universidad Hampton, Sídney College, que es una de las tres universidad para hombres que queda en los Estados Unidos. Con estos nombres les doy una idea de las directrices del Centro. Yo soy el director ejecutivo del Centro.
El Comité de Consejo está compuesto de gente procedente del mundo del activismo y de la academia, por ejemplo contamos con gente del grupo Sonke Gender Justice que está en Sudáfrica, que lucha contra el prejuicio extendido en las comunidades tribales de que el hombre que tiene SIDA puede quedar curado si mantiene una relación sexual sin protección con una mujer que todavía no ha tenido relaciones sexuales. Son increíbles. En la parte de la academia tenemos a Jeff Hearn o R.W. Connell. Una parte importante del Centro es insistir que es global, por ejemplo está el profesor de la Universidad de Castilla la Mancha, José M. Armengol. La idea es que dentro de este Comité ambos grupos, el del activismo y el de la academia, compartan unos planteamientos e ideas similares y de esta manera se fomente el diálogo e intercambio. Esto es lo que somos.
Aquí en Nueva York, tenemos un Comité Local de Consejo que pone en funcionamiento el día a día del Centro que incluye a mucha gente de la Universidad de Stony Brook, alrededor de unos diez profesores y profesoras que están interesadas en este campo, además de gente de la Universidad John Jay, NYU, CUNY y otras personas que están relacionadas con el movimiento activista de NY. Este Comité Local, junto con el Comité Global y el Comité de Expertos y Expertas, con sus nombres y sus trayectorias, dicen lo que es este Centro.
APM: Después de tener el Comité y los Fondos, ¿cuáles son los planes del Centro?
Respuesta: Tenemos algunas ideas, lo primero que hemos hecho este año (2013) ha sido establecernos y comenzar con los seminarios, que han tenido mucho éxito y se han desarrollado entre los campus de Stony Brook en Long Island y en Manhattan, una vez al mes en cada uno. Pensamos que esta era la manera de establecernos. Tenemos un par de conferencias. Tenemos una sede en el campus y algunos de mis estudiantes están implicados en la coordinación. Contamos con una sala de seminarios, pero todavía estamos perfilando algunos detalles. Además, estamos intentando poner en marcha una serie de conferencias magistrales.
Otra de las iniciativas que estamos pensando en poner en marcha es una Comisión de escritores y escritoras formada por profesorado que está empezando en el mundo académico que trabaje en un proyecto llamado “White Papers” y que se encargue de resumir todos los trabajos buenos empíricos de un determinado campo. Por ejemplo, si un grupo de activistas recurre al Centro para pedir información porque necesitan saber más sobre un área específica con la que están trabajando, esta Comisión de “White Papers” les puede proporcionar los recursos académicos necesarios para fortalecer sus propuestas. De esta manera, este profesorado puede darles un trabajo extenso y con mucha información, que también estará disponible en nuestra web, que les muestre: “Aquí tenéis todas las evidencias empíricas para vuestros proyectos”. Por ejemplo, si están trabajando en temas de paternidad y lo importante que es que los padres estén implicados en las vidas de las chicas, les podremos dar toda la información de cómo se está trabajando en este tema en el mundo académico. De esta manera, pueden recurrir a pedir fondos, para dar a conocer sus trabajos apoyados tanto por lo que están desarrollando como por la comunidad académica global que está poniendo en marcha esas ideas e insistir lo positivo que es desarrollarlas, pues no es una iniciativa aislada.
Además tenemos nuestro Blog “Masculinities 101”, que funciona a través de nuestra web y está sostenido por mis estudiantes de doctorado de aquí, de Stony Brook, pero que ahora mismo se va a hacer de carácter global porque pueden contribuir personas de todo el mundo. En este segundo año tenemos dos proyectos, uno es buscar fondos para conseguir el suficiente dinero para sostener el Centro, ya que la beca MacArthur es una ayuda para empezar. El segundo proyecto que tenemos es que estamos planeando una gran conferencia para marzo de 2015 que coincida con el 20 aniversario de la Conferencia de Beijing. Queremos organizar este congreso sobre masculinidades antes del encuentro en Naciones Unidas porque durante este periodo va a haber mujeres y hombres de todo el mundo en Nueva York que vienen a este aniversario y en nuestro Congreso van a poder comprobar todas las iniciativas que se están llevando a cabo en el mundo para involucrar a los hombres en las iniciativas y los proyectos. Además, con este congreso vamos a poder mostrar lo que se ha llevado a cabo tras Beijing en relación con los temas de masculinidad y cómo los hombres se han implicado. Vamos a tener un año muy ocupado, el 2014, porque organizar una conferencia en Nueva York no es un examen fácil de pasar.
Y el plan a largo plazo, lo que queremos para el año 2017, es poner en marchar un programa de estudios sobre masculinidades, que va a ser el primero en el mundo que esté sostenido de esta manera. Vamos a estar buscando profesionales que estén trabajando sobre estas materias e incorporar también al mundo del activismo.
Este programa se va a desarrollar en el campus de Stony Brook en Manhattan porque tenemos que estar seguros que estamos cerca de Naciones Unidas y las y los estudiantes de este programa puedan conectarse con este organismo. Además queremos estar cerca de las ONG que están desarrollando proyectos para que tanto quienes las forman puedan tomar cursos y las y los estudiantes puedan estar cerca de sus trabajos en la vida real.
AISA: ¿Cómo empezaste a estar interesado en los estudios de masculinidad?
Respuesta: Mi historia con Anita Hill está más en relación con el reconocimiento a mi madre. Cuando Anita Hill habló, lo hizo para miles de mujeres, pero no se sabía en este momento que esto abriría la puerta. Pero no, mi experiencia personal se remonta a mis años en la universidad, alrededor de los setenta, gracias a mi compañera de este momento empecé a estar implicado en todo esto. El cómo empecé a estar involucrado en temas de masculinidad tiene que ver con cómo empecé a enseñar en la universidad y cómo empecé a ser un activista y un pensador en esta materia. Mi compañera en estos años de universidad estaba escribiendo su tesis acerca del primer refugio para mujeres en Bay Area y solo teníamos un coche, el mío, un Volkswagen manual y mi compañera no sabía conducir un coche así. Entonces comencé a llevar a las mujeres del refugio al hospital, del hospital al refugio y sacaba a sus hijos e hijas. Nunca había conocido a mujeres que ¿ y fue todo un stock para mí. Un día le dije a mi compañera que lo que estaba haciendo era increíble y que quería trabajar con ella en el refugio. Quizás les sorprenda, pero mi tesis trataba de los impuestos durante los años setenta en Francia y no tenía nada que ver con estos temas. Ella me dijo que no podía hacerlo porque los hombres no podían entrar en este refugio y me dijo que yo solo lo sabía porque ella no podía conducir el coche. Yo insistí en que quería trabajar con estas mujeres porque era importante para mí. Ella me dijo que por qué no iba a hablar con los hombres que las habían agredido. Cuando me dijo esto yo la miré pensando que estaba loca y le dije si iba en serio, porque yo no quería hablar con este tipo de hombres que habían abusado físicamente de mujeres, y ella dijo, era el año 1976 o 1977: “Tú tienes un talento natural para comprender, por eso ve y habla con ellos”. Empecé con unos cursos con hombres muy agresivos, hice esto durante un tiempo y me di cuenta que lo que tenía que hacer era incorporar todo esto a mi trabajo académico. En mi primer trabajo como profesor me invitaron a dar una conferencia durante el 8 de marzo y durante este periodo estaba enseñando cursos conectados con la teoría de la sociología, que era para lo que me había estado preparando durante mi doctorado. Durante esta conferencia del 8 de marzo, justamente uno de mis estudiantes estaba entre el público y dijo: “Lo que estás hablando es muy interesante porque conectas los asaltos sexuales y la masculinidad”, y me dijo si había pensado en enseñar un curso sobre masculinidad.
Le miré y dije un “no” rotundo. Pero esta idea se quedó dentro de mí. Entonces fui a la Decana, que era Catharine Stimpson, que justamente tenía ser la fundadora de los estudios de las mujeres. Ella me dijo las palabras que todo profesor quiere escuchar: “Toma un semestre libre de enseñar y así puedes preparar este curso sobre masculinidad”. De esta manera, pude ofrecer el primer curso sobre hombres y masculinidad en New Jersey, en 1984. Inmediatamente tuvo mucha demanda entre el estudiantado y cada año aumentábamos las matrículas. Después de ese éxito decidimos hacer un curso fijo dentro del programa. Cuando empecé a preparar el curso, claro, lo primero que haces al preparar un curso nuevo es pensar en qué vas a enseñar, por eso debes ir a la biblioteca, bueno, en los viejos tiempos, porque ahora recurres a Internet. Claro, en la biblioteca podías encontrar estanterías llenas de libros sobre temas conectados con las mujeres, pero nada sobre una reflexión sobre los hombres. Ante esta perspectiva lo que hice fue hacer leer en mi clase novelas, obras de teatro, por ejemplo leímos Real Men don´t eat Quiche (Bruce Feirstein, 1982), partes de Hamlet, y muy poco de Ciencias Sociales. Entonces pensé que tenía que escribir el libro que quería que mis estudiantes tuvieran que leer. De esta manera, empecé a trabajar en mi primer libro Manhood in America en el que empecé a buscar la historia de la masculinidad y estuve muy inspirado por los trabajos que desde los estudios de las mujeres se estaban llevando a cabo en el terreno de la historia. Mis trabajos actuales como Guyland (Harper Collins, 2008) y Angry White Men son un poco diferentes.
Lo que les digo a mis estudiantes cuando empiezan con sus trabajos de investigación es que mucha gente les va decir que dejen de lado todo lo que no tenga que ver con el mundo académico y se enfoquen en la investigación. Lo que yo les digo es que si haces justamente eso no vas a terminar tu tesis. Desde mi perspectiva, debes tener emociones políticas, algo más que en la investigación, porque si no, no la vas a terminar. Debes amar tu investigación porque si no, no la vas a terminar. Insisto a mis estudiantes que tengan una relación emocional con sus tesis. Para mí este consejo es personal, porque si yo no hubiera tenido mis convicciones políticas no hubiera sido posible seguir con todo esto adelante, dentro del mundo académico.

Fotografía realizada por Ana I. Simón Alegre,
“Biblioteca de Michael Kimmel en Stony Brook” (diciembre de 2013).
AISA: Es muy interesante todo lo que nos cuenta, y ¿por qué masculinidad y por qué masculinidades?
Respuesta: Justamente este argumento empezó antes de que los estudios sobre la masculinidad se pusieran en marcha. Esta conversación comenzó con la teoría sobre el feminismo multicultural, en la cual mujeres negras como bell hooks estaban dentro de una crítica al feminismo desde posiciones diferentes al modelo de mujer blanca heterosexual. Los estudios de la masculinidad comenzaron después de estos debates y entendimos que tener en cuenta la pluralidad, tal y como desde el feminismo multicultural se estaba proponiendo, se podía aplicar a los estudios sobre la vida de los hombres.
Lo que yo puedo decir ahora, en el momento presente de la investigación, es que al hacer visible el género no se tiene por qué invisibilizar raza, clase social, sexualidad, origen, religión…, o cualquier otro punto o categoría conectada con la identidad. Lo que yo digo en mis clases sobre este tema es, partiendo de que yo soy un sociólogo, y todo el rato estamos comparando: “Imaginad a dos hombres estadounidenses. Uno tiene 65 años, es afroamericano, gay y vive en Chicago. El otro tiene 19 años, blanco, heterosexual, y vive en una granja a 100 millas de Chicago. ¿No pensáis que estos dos hombres deben tener diferentes ideas? Claro, las tienen por edad, raza, sexualidad… Pero ¿no pensáis que también pueden tener cosas en común?”. Lo que es muy interesante para mí es esparcir todas estas diferencias y que los dos puedan empezar a hablar, y que estas diferencias puedan animar la conversación. La masculinidad es la manera simple de entender que hay muchas maneras diferentes de que la masculinidad se construya, se desarrolle. Claro, dentro de la masculinidad existen formas que pretenden ser superiores. Lo que desde el Centro planteamos al respecto es que el género contiene dos formas, los hombres son un grupo sobre las mujeres y además algunos hombres dominan a otros hombres a través de la clase, la raza o la sexualidad. Masculinidad no es simplemente un nivel de estas diferencias sino que es una manera de entender cómo se han construido las relaciones desigualdades entre los hombres.
APM: Pero la mayoría de los estudios sobre masculinidad los han hecho hombres blancos. ¿Qué opinas al respecto?
Respuesta: llllllll
Es muy interesante este comentario. Hay dos maneras de mirar este matiz. Cuando estaba trabajando dentro de la Sociología había muy pocos trabajos sobre los hombres blancos, en cambio existían muchos trabajos acerca de hombres africanoamericanos, latinos o masculinidades homosexuales. Lo que yo pensé es cómo desconcentrar que los hombres blancos dejaran de estudiar a los otros y pasar a ser ellos mismos el foco de la investigación. Además me pregunté cómo identificar el proceso histórico en el que una sola versión de la masculinidad vino y dominó al resto de las opciones. De esta manera, en Manhood in America es la historia que cuento. Existieron muchas posibilidades de masculinidad en 1820 en EE.UU., pero una versión fue la de los hombres nacidos en este país, blancos, heterosexuales, de clase social media y con raíces en el Norte de Europa, y comenzó a ser el modelo dominante y las otras comenzaron a estar en otras posiciones. En el mundo empírico de las Ciencias Sociales la mayoría de la gente, los hombres, estarían en los márgenes, que sería mi propia historia, y desde aquí sería rastrear el centro. En la teoría de la masculinidad cuando yo miro mi estantería de libros puedo ver hombres y feminismo, masculinidad y poder…, todos estos libros son acerca de hombres blancos de media clase, pero no incluyen esta etiqueta.
Lo que tenemos que hacer es usar la terminología sobre los hombres blancos y examinar las definiciones teóricas y de esta manera se mostrara cómo se reflejan temas como raza, clase o sexualidad. Cuando enseño un curso sobre los hombres y les pregunto en qué hombres estáis imaginando, mi sugerencia es que están imaginando a uno más cómo yo que cómo ellos. Ese hombre de estudio está en su mediana edad, es blanco y de clase media. Este modelo es en el que pensamos cuando lo hacemos acerca de hombre. Cuando lees esos libros locos acerca del final del hombre, de quien están hablando es de un grupo muy concreto de hombres. Esto pasa igual con todas las revistas como Men Health, y la pregunta sería: ¿Qué hombre no es saludable?, ¿cómo no llega a estarlo?, ¿cómo puede conseguir esa salud o bienestar? Gracias a mi trabajo como editor de la revista Men and Masculinities puedo ver cómo gente que está comenzando en la investigación está tirando hacia esta línea. La pregunta sería cómo esta visión de la masculinidad queda relacionada con la dominante y cómo se mantiene.
APM: ¿Cómo son las relaciones entre hombres y el concepto de homosexualidad?
Respuesta: Lo que yo he podido estudiar al respecto es que hay una especie de sentido ansioso por la masculinidad. Si tú preguntas a los hombres: ¿Por qué haces esto?, ¿por qué actúas de esta manera?, ¿por qué adoptas este riesgo?, lo que te dicen es que quieren impresionar a las mujeres. Yo nunca he creído este argumento porque no queremos ser hombres para las mujeres sino hombres en relación a los hombres. Es otro hombre el que nos juzga y esto me lleva a pensar en mi propio desarrollo en el colegio, en el instituto, cuando estabas continuamente pendiente de lo que otros chicos pensaban de lo que era gay o no, cómo crear masculinidad, cómo actuar apropiadamente. Aprendías todo esto no a través de que alguien te diera un libro y dijera así se hace. Pero claro, cuando cometías un error todos a tu alrededor te decían que te habías confundido. La estructura de la homofobia comienza con todos esos insultos como eres un queer, eres un homosexual, un maricón… si no actúas de la manera adecuada. Tú estás aprendiendo bien, actuando bien, si no estás cerca de estos calificativos. Además he encontrado evidencias por todos los lugares que he estado mirando, pero nunca lo había puesto por escrito o nombrado, lo intente en Manhood in America , que la masculinidad se probaba con otros hombres. Por ejemplo, en el terreno de la cirugía plástica, hay un pequeño, pero importante, sector que se llama cirugía del alargamiento y engrosamiento del pene para hacer más grandes los penes porque los que acuden a esta cirugía piensan que los suyos son demasiado pequeños. Cuando he preguntado a mis estudiantes acerca de este tema, les he preguntado los motivos para que un tipo quisiera pasar por esto. Sus repuestas han sido “para impresionar a las mujeres o tener mejor sexo con ellas”. Cuando preguntas a quienes se dedican a este tipo de cirugía, te dicen que los hombres que se someten a estos tratamientos lo hacen porque sufren del síndrome que la comunidad profesional de ese sector llama “el síndrome de los vestuarios o de las taquillas”. Los hombres que lo sufren no se quieren desnudar en los vestuarios enfrente de otros, tampoco quieren ducharse enfrente de otros hombres. Claramente, aquí no están implicadas las mujeres sino que es en relación a los otros hombres. Esta es solo una ilustración, pero puede ser muy característica. A través de mi libro Manhood in America y en Guyland después he analizado las maneras en que los hombres se miden unos a los otros.
Pero también hay un parte política, por ejemplo durante los años noventa comenzó el movimiento de hombres y la mitopoética, que no tenía una posición dialogante con las mujeres porque no indicaba nada de las relaciones de hombres y mujeres, pero fue interesante y bueno para la ruptura del aislamiento de los hombres entre sí. Este movimiento, aunque adoptó formas de trabajo cuestionables, lo que hizo muy bien fue insistir en que los hombres necesitaban a otros hombres en sus vidas y era bueno desarrollar intimidad con otros y que no tiene que ver nada con cuestiones sexuales sino con cuestiones emocionales. De esta manera, queda sin sentido el miedo a ser acusado de ser gay. En el prólogo al libro Men and Friendship se comenta una experiencia mientras se estaba escribiendo y cuando el autor comentó a otro hombre el tema de su libro, los hombres y sus amistades, respondió: “no soy gay”. Incluso la idea de ser amigo de otro hombre parece que debe ser problemática. Pienso que tenemos que tener otras maneras de desarrollar estos mecanismos. De alguna manera, este es un proyecto político para romper el aislamiento de los hombres. Por ejemplo, un buen planteamiento es preguntarse cómo la homofobia se conecta contigo. Relacionado con este tema, ahora mismo estamos viviendo uno de los cambios en Europa y en los Estados Unidos de aceptación de la homosexualidad. Esto ha pasado por estar en contacto con gente gay, pues hace veinte o treinta años si descubrías que alguien de tu entorno era gay se le dejaba de hablar, se le daba de lado y ahora todo el mundo lo habla abiertamente porque no importa. No es algo importante porque todos trabajamos o estamos juntos. Esto es algo muy bueno, impresionante. Es la mejor prueba que nunca antes he visto de lo que desde la psicología se llama “hipótesis del contacto”, y es poner en contacto lo que se identifica con el estereotipo y de esta manera se rompe porque se descubre que es muy semejante a uno mismo. Hace 10 años no hubiéramos podido predecir lo positivo que está pasando con el matrimonio gay. Recuerdo que en una de mis clases sobre sexualidad les dije: “Tendremos matrimonio gay en los Estados Unidos en 2050. Yo no lo voy a ver, pero vosotros sí”. Estaba seguro que iba a pasar con el tiempo, me ha impresionado lo deprisa que ha pasado este proceso aquí.
AISA: ¿Cuál es tu libro favorito? ¿Cuál es el libro con el que te sientes más satisfecho?
Respuesta: Es una elección egoísta, todos son mis criaturas. Los quiero a todos, pero de manera diferente. Dejando los libros que he editado a un lado. He contribuido a algunos libros porque he visto que significaban una buena oportunidad para sacar un trabajo interesante. Tengo cuatro libros importantes: Manhood in America, The Gender Society, Guyland y Angry White Men. Me gustan todos ellos, pero cada uno tiene un propósito diferente. Manhood comenzó, para mí, el terreno de los estudios de la masculinidad ya que identificó las necesidades de este campo de estudio. Me gusta Guyland porque es acerca de la vida de mis estudiantes y es un libro acerca de la vida en los campus universitarios. En este trabajo he intentado entender que es lo qué pasaba en los campus a través de esta perspectiva de entender el género. Sé por mis amigos que Angry… es mi mejor libro. Tengo que decir que en términos de la escritura, en mi confianza como escritor, en términos de mi voz más consciente, es el que más me gusta. Creo que Manhood es el libro por el que quiero ser recordado porque antes de este trabajo no existía nada parecido sobre historia de los hombres en América. Además me siento que he servido a la causa con este trabajo. Este libro ha abierto un espacio para trabajar en esta disciplina.
AISA: ¿Cuál es la relación de estos dos libros Guyland y Angry White Men?
Respuesta: De hecho cuando comencé Guyland quería escribir Angry White Men, era el libro que quería escribir, pero había estado en todos los campus y había hablado con tantos chicos acerca de sus vidas… De alguna manera, Guyland es la empírea forma acerca del mundo gay y la homofobia. Este libro es acerca de qué preguntamos a los chicos jóvenes acerca de otros iguales a ellos para probar su masculinidad. Guyland es una especie de catálogo de cómo ha sido esa prueba: videojuegos, deportes, encuentros sexuales, beber…, todo lo que se sobreentiende que los chicos jóvenes hacen como iniciación para la vida adulta como hombres. En esencia, Guyland es esa clase de libro: una visión empírica de lo que ocurre en los campus universitarios. La conexión con Angry White Men es mucho de ese resentimiento de los chicos en los campus universitarios por ser políticamente correctos: en sus clases, en sus relaciones con las mujeres… y están cansados de ser así y piensan que no es necesario. Por el día no hay lugares con más equidad que las universidades de los Estados Unidos, porque hemos trabajado para que esto pase así. Pero por la noche, olvida lo anterior, hay una dominación masculina respecto a tener citas, a cómo las chicas deben vestir para gustar, la interacción entre los propios chicos, se mide todo. Por el día, las reglas de las mujeres, pero por la noche las reglas de los hombres. Este es el compromiso.
A partir de aquí empecé a localizar todos los grupos de hombres. Lo que es interesante es que los hombres blancos cabreados no están en los campus universitarios, en parte porque los hombres no están en la escena social y no sienten la misma sensación de control del poder que viene derivada de los grupos de derecho para los hombres o para los padres. Claro es que todavía estos chicos no son padres. Los chicos que han disparado en los campus son excepciones. Las mujeres en los campus universitarios piensan que el feminismo ha llegado a su final. Algunas de mis estudiantes piensan que el feminismo ha sido más parte de mi generación que de la suya y dicen: “Gracias por tu esfuerzo, vosotros y vosotras habéis ganado y ahora podemos tener todo lo que queramos y ya no existe ninguna discriminación”. Claro, después llegan a los cinco años después de graduarse y dicen: “Oh, tenías razón”. Pero antes de que empiecen en el mundo laboral no ven los problemas.
La conexión entre los dos libros es qué ocurre con estos muchachos cuando terminan la universidad y entran en el mundo laboral y creo que la clave es pensar qué ocurre con los chicos que no acuden a la universidad que esperan que se les page bien a través de trabajos manufacturados, o electricistas o trabajos artesanales, fontaneros o del mundo de la construcción. Este tipo de trabajos tienen muchos puestos que no están bien pagados y en los que ejercen mucha presión los sindicatos, estos hombres pueden estar realmente enfadados por esa sensación, pero esto no se ve tanto en los campus universitarios. Quizás Angry... es cuando los chicos de Guyland han crecido, diez años después. Este es el momento en el que están esperando lo que deben tener. La masculinidad en la universidad versa a través de la anticipación, qué vamos a tener, y están preocupados y empiezan a ser un poco conversadores políticamente a causa de esa ansiedad. Quieren hacerlo todo bien. Votan hacia la derecha porque piensan que así van a estar más protegidos, pero diez años después pueden volcarse hacia la derecha más extrema porque no han conseguido eso que anticipaban. Conectado con la pregunta anterior de la homofobia, pienso que en Angry… el enojo tiene un punto certero y su cólera tiene una justificación, pero lo dirigen hacia las personas equivocadas. Si se observa esta situación: no consiguen el trabajo que tanto esperaban, la casa ni la relación sentimental que esperaban, y si el mundo no se ha formado según sus pensamientos y lo ven a través de conceptos de raza o género: las mujeres afroamericanas tienen todos los beneficios, todo el mundo gay consigue beneficios, todo el mundo menos yo consigue ventajas; si ven las cosas así, van girar a la derecha, y se van a convertir en antiinmigrante, antihomosexuales o antimujeres feministas. Pero si miran esto desde una perspectiva de clase, el giro será hacia la izquierda.
Por ejemplo, en Las uvas de la ira, se aprecia ese giró hacia la izquierda. Otro ejemplo es Bruce Springsteen, en sí mismo es un chico de la clase trabajadora, no enfoca sus canciones hacia cuestiones de raza o de género. De hecho, tiene excelentes relaciones con otros hombres, con su saxofonista, que es su mejor amigo, y actúa con su mujer. Él utilizó la idea de clase para hablar de los problemas y situaciones que vive la clase blanca trabajadora y se movió hacia la izquierda. Para que todo esto se convierta en algo dañino se tiene que manipular. Por ejemplo, al principio de mi libro (Angry White Men) comento los programas de radio conectados con el Tea Party que manipulan a los hombres blancos para mirar sus problemas desde una perspectiva racista.
AISA: ¿Nos puedes explicar qué querías expresar con el subtítulo del libro Angry White Men. American Masculinity at the End of an Era?
Respuesta: Este subtítulo viene de la pregunta: ¿Cuándo terminó la era de la masculinidad? Lo que esa era significó fue el triunfo de ver en la realidad a otros como nosotros. Esa era ha terminado completamente. Esto no quiere decir que la dominación masculina haya terminado, pero está en el aire. Yo ya no puedo decir a mi hijo de 14 años, un día todo esto va a ser tuyo. Lo que me refiero es que no vas a monopolizar todas las posiciones y el poder, esto ya no va a ocurrir. Los chicos jóvenes van a estar conformes con esto. Pero aquellos que estaban anticipando una posición y no la van a tener, van a ser los coléricos. Este es un periodo histórico muy particular. Creo que los hombres blancos cabreados van a bajar en número en la próxima década y no van a ir al alza.
AISA: Otro punto muy interesante del libro son las entrevistas que te facilitaron el trabajo, ¿cómo realizaste las entrevistas a esos hombres blancos coléricos?
Respuesta: Muchas de las entrevistas que realicé las hice con hombres que son parte del movimiento de supremacía blanca y otros movimientos similares. Por ejemplo, a los conectados con los grupos neonazis los entrevisté a través de los chats, pero me di cuenta que no había manera de verificar lo que me decían. Entonces decidí encontrarme con ellos de una manera sencilla. El proceso fue muy sencillo. Muchos de ellos los encontré en exhibiciones de armas, antes de ir a uno de estos pede encontrar muchos folletos con información de esta clase de grupos. Después de localizar estos panfletos acudí a los que podían estar conectados y les pedía si podía acudir a sus actos y hablar de lo que hablaban en esos folletos. Unos pocos estaban de acuerdo y concertábamos un encuentro. Para que esto pasara tenía una serie de reglas, solo los entrevistaría de uno en uno, durante el día, en espacios públicos, nunca iría a una de sus reuniones, ni a sus casas. Esto lo hice por seguridad, pero también para poder hablar tranquilos y llegar a tener una conversación real. Lo que hice fue invitarles a desayunar o comer en un restaurante de carretera.
Al primero que entrevisté le puse mi grabadora en la mesa y le pedí permiso para encenderla mientras hablábamos y me dijo que no me iba a contar nada con el aparato funcionado porque yo parecía ser del FBI. Le dije que no y le enseñé mi carnet de la universidad y apagué la grabadora. Y ya nunca más volví a utilizarla en otras entrevistas para este libro. Algunos de los que comencé a entrevistar se fueron a mitad de ella, otros a la media hora, nunca tomé notas de las entrevistas mientras las estaba haciendo. Pero sé que no hubiera habido diferencias significativas en mis conclusiones si las entrevistas hubieran sido de otra manera.
AISA: ¿Cómo las masculinidades han cambiado con las feminidades?
Respuesta: Pienso que lo más interesante es que la vida de los hombres ha cambiado mucho y no nos hemos dado tanta cuenta como sí lo hemos hecho en relación a las mujeres. Por ejemplo, muchos estudiantes en la edad de estar en la universidad se adscriben a una misma idea de masculinidad y si haces una entrevista a las chicas en los campus de las universidades sobre sus ideas de feminidad te pueden dar una lista de casi con las mismas características de los puntos importantes conectados con el género. Los chicos están más en el lado de “queremos ser esto”. Aquí está la oportunidad política. Los hombres están teniendo atención en la parte de sus vidas que están viviendo y la ideología que siguen subscribiendo. Por ejemplo, estos hombres tienen relaciones equitativas con las mujeres como nunca antes se habían tenido, son más padres implicados en su paternidad, están más integrados con sus parejas para compartir el espacio familiar y se ocupan del cuidado de las criaturas. Están haciendo mucho más que sus abuelos o sus padres. Sus vidas son completamente diferentes. Hay otra parte en que la vida de los hombres ha cambiado. Esta manera la muestro en mis clases con el artículo de que se publicó en el New York Times en 1995 de David Goldman que trataba sobre los problemas de alimentación en mujeres jóvenes. El titular era: “Existe de manera extendida una falta de satisfacción entre las chicas y las mujeres con sus cuerpos”. Al mostrar este artículo en el siglo XXI, con algunas partes del titular cubiertas, preguntas que qué es lo nuevo en este tema, y yo les digo que es un artículo de 1995. Y ahora sí les muestro todo el artículo que incluye: “Los hombres piensan que están perfectamente”. Mis estudiantes comienzan a reírse, por que ¿cuál es la diferencia entre 1995 y el momento actual? Es que los hombres tienen también una mala relación con sus cuerpos. Ya los hombres no se ven a sí mismos como perfectos. Los hombres son tan críticos con sus cuerpos como las mujeres. Todos hemos visto la publicidad de Calvin Klein con cuerpos masculinos perfectos en las playas de Santorini y tú lo miras y ves que tú no eres así y tu compañera o novia te dice que tú no eres como el del anuncio. De repente los hombres se vieron como el objeto de la mirada y no era nada divertido. La satisfacción hacia los cuerpos masculinos pasaba tanto por la evaluación de otros hombres como de las mujeres.
En un sentido, la vida de los hombres ha cambiado mucho y es fácil apreciarlo y no siempre lo ha hecho hacia la dirección más positiva. Si me siento mal con mi cuerpo, pienso quién más se siente así y claro, han sido las mujeres, y voy a ser parte de sus reivindicaciones. Apoyar el feminismo es algo muy racional. No tenemos nada que inventar porque ya lo habéis hecho vosotras, muchas gracias.
AISA: Aunque no lo tratas en tu libro, ¿qué piensas sobre la relación entre la masculinidad y el ejército?
Respuesta: No he estado interesado en la masculinidad militarizada porque entiendo que el mundo militar fomenta que la masculinidad es la que merecen. Muchos de los hombres en el ejército se sienten bien con el sistema y no he visto que dentro del ejército pasen las mismas dinámicas que en la sociedad civil con los hombres enojados. Pero es cierto que es un tema a tener en cuenta. Trabajé con cuestiones de militares en los años noventa porque era uno de los expertos en el gobierno estudiando los colegios militares que solo tenían hombres y cómo esto iba en contra de la integración.
AISA: ¿Por qué apenas Angry White Men incluye ilustraciones?
Respuesta: Los grupos analizados en mi libro Angry White Men tienen una serie de dibujos y viñetas entre cómicas y satíricas que no me dejaron publicar aquí. Para mí, lo interesante de estas ilustraciones es todo lo que se relaciona con los hombres y así poder crear una plataforma para entenderlos. Es cierto que su ira está conectada con cuestiones de género ya que en esas ilustraciones se plasma muy bien que lo que quieren es restaurar una masculinidad de otros tiempos. Lo interesante es cómo en Europa los movimientos neonazis de hombres blancos enfadados ya no tienen un profundo antisemitismo sino que su odio va dirigido hacia los musulmanes y migrantes. Ahora los musulmanes en Europa, para estos grupos, son los nuevos judíos.
APM: ¿Existe una heterogeneidad de perspectivas dentro de los estudios de masculinidad?
Respuesta: Somos parte de un grupo muy grande en el que reconocemos las aportaciones previas del mundo académico como los estudios feministas o los trabajos acerca de las mujeres y hombres afroamericanos. Es un conjunto con muchas voces y por eso hablamos de masculinidades. Somos hombres que apoyamos el feminismo. Las mujeres han identificado cuestiones de las que tenemos que hablar los hombres y los hombres han encontrado otras que también se deben tener en cuenta, como por ejemplo la homofobia y las relaciones entre hombres.
APM: ¿Cómo podemos estar orgullosos de ser hombres?
Michael Kimmel interrumpió el final de esta pregunta para seguir con la pregunta: “¿Y ser críticos con lo que se nos pide en el nombre de ser hombres?”.
Respuesta: Lo más difícil de mi trabajo es responder a las críticas más fáciles que dicen que yo odio a los hombres o que no quiero ser hombre. Por ejemplo, en Guyland me dijeron que estaba muy enfadado y para mí fue lo contario tenía mucha compasión por los chicos que había estudiado por lo que se les pide ser en el nombre de la masculinidad. Para mí esto es de lo que trata el libro: chicos que deben probar que son hombres antes otros muchachos. Esto es ridículo. Si tuvieran elección no lo harían. Yo creo que en Angry White Men la compasión es más clara y se ve que he tratado de comprender. Entiendo su odio, pero no creo que lo estén enfocando de la manera adecuada. Lo importante sería enfocar esa acritud en una dirección adecuada, como por ejemplo los anarquistas españoles parece que hicieron en el siglo XX.
Muchas gracias por su colaboración.
Ana Isabel Simón Alegre.
Profesora en Adelphi University de Nueva York (Estados Unidos).
Coordinadora del número 13 de la Revista Prisma Social
Entrevistado:
Michael Kimmel
Profesor en la Universidad de Stony Brook (Nueva York).
Director ejecutivo del Centro de Estudios de los Hombres y las Masculinidades (Center of Study of Men and Masculinities).